martes, 27 de septiembre de 2011

Sobre la tuitstaridad

Ayer hice nueve meses en Twitter.

En realidad hace unos pocos más. Mi primera cuenta fue con mi nombre y foto reales, y de hecho aún sigue ahí. Pero pronto empezaron a seguirme compañeros de trabajo, amigos, etc. Y empecé a sentirme cohibido para decir según que cosas. Aunque más por la forma que por el fondo, la verdad.

Así que para lo que quiero decir, ayer hice nueve meses en Twitter.

En muy poco tiempo, he visto crecer mi número de followers muy rápidamente. Los primeros meses era casi un monólogo. El Eco. Algún follower nuevo cada cuatro o cinco días. Hacía ilusión.

En cuanto cogí el truco a esto, decidí que quería jugar. Quería "jugar a twitter". Yo he venido aquí a pasármelo bien y a echar unas risas.

Desde luego, mantener el anonimato era básico, y también tenía claro que cuanta menos relación tuviera con la gente mejor. La vida real está muy bien para tener amigos, enemigos, relaciones sexuales, familia, emborracharse, etc.

Lo primero más o menos lo mantengo. Y digo más o menos porque lo segundo NO. Al final he contactado con mucha gente, y mi anonimato es menos. Así que de las dos condiciones que me impuse, sólo he cumplido el 50% y casi. El 45%, en mis tiempos eso era un aprobado por los pelos.

Aclaro que soy una persona normal. Tengo un trabajo, vivo con mi pareja, tengo familia, amigos, salgo, me equivoco, me rio, lloro (bueno, eso poco), tengo dos piernas, una polla de 20 cms, un ferrarri... vamos, lo normal.

También aclaro mi forma de tuitear, que muchos me lo preguntáis. Estoy aquí a primera hora porque madrugo. Me levanto a las 6:30 y entro a mi trabajo a las 8:00. Trabajo en una oficina, con un ordenador (básicamente) y lógicamente tengo acceso a Internet. No estoy las ocho horas de mi jornada mirando Twitter, simplemente lo tengo abierto, y en los ratos libres, echo un ojo. Me río, unos favs por aquí, unos replies por allá. Que se me ocurre una chorrada, la tuiteo. Y así. Pero todo eso sin dejar de currar. Supongo que para muchos eso es un privilegio, soy consciente. Joder, el hecho de tener un curro hoy en día es un privilegio. Pasarlo además de una manera más entretenida, todo un lujo.

Total, a lo que iba, uno va soltando chorradas, y descubre que hay gente a la que le gustan esas chorradas. Eso está bien, primero porque es un pequeño reconocimiento, que siempre gusta (no en vano me apellido Ego), y segundo porque reír en compañía es mejor que reír sólo. Y yo me rió mucho aquí. A diario.

Pero hay una parte negativa en todo esto:

El concepto de tuitstaridad.

¿Qué es ser un tuitstar? Yo no lo sé. Yo veo gente a la que admiro, mucho mejor que yo en muchos sentidos, y pasan desapercibidos. ¿Es un mérito tener muchos followers? Bisbal vende infinitamente más discos que El Columpio Asesino. No lo tengo nada claro, pero si las bondades de una persona se miden por su número de followers, apaga y vámonos. No se puede presuponer nada de nadie sólamente por el número de followers que tiene. Detrás de cada cuenta, hay una persona. En fin, odio las etiquetas, y desde luego, no quiero que se me cuelgue la de tuitstar.

Twitter no es un modo de vida, es sólo un entretenimiento, y yo:

  • No puedo contestar a todos los replies. Muchos sin sentido a los que tampoco sabría que responder.
  • No voy a ser educado con quién no lo es conmigo. Bendito invento el bloqueo. Si me tocas los huevos, lo normal es que te ignore una vez o dos. A la tercera te bloqueo. Y si tengo mal día, hasta puede que te conteste de malas maneras. A no ser que sea lo que pretendes.
  • Tuiteo al ritmo que quiero, sobre los temas que quiero. Es mi cuenta. Nadie obliga a nadie a seguir a nadie.

Seguro que me dejo muchas cosas en el tintero.

Cosas que con vuestros comentarios a este post puedo aclarar.

O no. Yo sólo se que no se nadar.